11/10/07

christopher



A sus quince años, Christopher Boone conoce las capitales de todos los países del mundo, puede explicar la teoría de la relatividad y recitar los números primos hasta el 7.507, pero le cuesta relacionarse con otros seres humanos. Le gustan las listas, los esquemas y la verdad, pero odia el amarillo, el marrón y el contacto físico. Si bien nunca ha ido solo más allá de la tienda de la esquina, la noche que el perro de la vecina aparece atravesado por un horcón, Christopher decide iniciar la búsqueda del culpable.

Fácil, facilísimo de leer. Simple, divertido. Tierno e intrigante.
La cosa es que debo haber llegado muy tarde: best-seller total en todos los países e idiomas en los que se editó. Anyway, lo recomiendo. Christopher, el protagonista, tiene algunos problemas mentales. Y la novela la cuenta él, o sea, estás escuchando todo el tiempo a un pibe que le falla la testa -con cierta lógica impecable, pero le falla al fin-. Bueno, la cuestión es que yo ahora empecé Exploradores del abismo (del ENORME Vila-Matas) y tengo a Christopher metido en la oreja. Y me hace ruido, porque en estos cuentos (son cuentos o es una novela? mmmm) el que habla es otro, no es Christopher. Esto me pasa seguido. Cuando termino un libro y agarro otro en seguida, los personajes de uno se me cuelan en el otro. Y hacen cosas inexplicables. Qué cosa más rara.