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hoy, otorongo (o jaguar).
"Otorongo no come otorongo", dice aquí el dicho popular (lo que en otras partes del mundo sería el "perro no come perro", o el "entre gitanos no se leen las manos" o también el "entre gauchos no se pisan el poncho")
La cuestión es que aquí, desde hace unos años -y precisamente por el dicho, por ese espíritu de cuerpo que los hizo apañarse entre sí ante diversas acusaciones- "otorongo" es también sinónimo de cuerpo legislativo o, concretamente, de un parlamentario, un congresista (dicho de manera despectiva, claro).