19/3/07

saberes

Lorenza es la mujer que viene a casa. Limpia, lava y plancha. Su problema, me dice, es que es pequeñita, y que por eso no llega a poner los cacharros de la cocina en los estantes más altos.

Tampoco es gran problema: cuando se va, el hombre de esta casa y yo reorganizamos los cacharros y listo. Además, ya nos hemos provisto de una monona escalerita que es, desde hoy y para felicidad de Lorenza, su gran aliada.

Lorenza vino porque nos la recomendó la vecina, y pasó años (muchos) limpiando en el otro departamento, en el de al lado, que está propiamente en el mismo edificio.

La primera vez que llegó, me desconcertó. Tocó un timbre para mí todavía nuevo (ding doooong) y apareció por la puerta de servicio que da a la cocina, en donde sólo hay las escaleras.

Cuando se fue le dije que usara de ahora en más la parte principal, así evitaba las escaleras y aprovechaba, en cambio, el ascensor, ascensor que da directamente al living. Porque así es el ascensor en este edificio, se abre la puerta y púmbale: ya estás en medio del living.

-Bueno, bueno, muchas gracias, señora-, me dijo cuando nos despedimos.

Y yo la dejé ahí, en el ascensor.

La vez siguiente que vino, volvió a tocar el timbre de servicio, así que volví a abrirle por la cocina.

-Ey, volvió a subir por acá-, le digo.

-Sí, señora -me dice-, es que no sé usar el ascensor. La otra vez, cuando me fui, me quedé un rato largo mirando qué botón pulsar. No sabía cuál era el de la planta baja y toqué el número 1. Y cuando se abrió la puerta, yo pasé directamente. Y no sabe!: me encontré con una pareja desayunando en el living de su casa y yo ahí, en medio de la sala. Me dio una vergüenza…

Las dos nos reímos con el episodio. Después fui y le mostré cómo era la cosa.

-SS sería la planta baja, ve. Usted toca acá, este botón SS, y listo. Ya no le va a volver a pasar lo mismo.

-Aaah! Qué bien, qué bien! Muchas gracias, señora-, dijo de lo más contenta.


Lorenza no es nada tonta, nomás que pasó años trabajando en este edificio usando siempre siempre siempre, siemprísimo, la parte de servicio. No es extraño que no haya sabido usar el ascensor.

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Por estos días estamos, con Lorenza, practicando un provechoso intercambio cultural. Ella me dice cómo es que aquí se llaman las cosas ("queque" o "quequito" para el bizcochuelo o bizcochuelito, "luna" para la ventana, "pasado" para el café que pasa por el filtro

"quiere café?, está recién hecho"
"ay, sí, señora, qué bien, café pasado"
"no, no está pasado, no le digo?, está recién hecho")


y yo le cuento cómo se usan el microondas, el grill, el ascensor y el router.

(Tengo miedo de quedarme yo antes que ella sin cosas para enseñarle. Estoy segura que va a pasar. Sé que mis "saberes" provechosos para ella terminarán antes que los de ella para conmigo).